Cuba… Cuba y los cubanos (visión personal)

Algo nos sucedió en el camino…

Hablo de ese algo que se nos quedó en algún sitio, y no es una visión nostálgica del pasado que añoro, son realidades presentes que le duelen a mi corazón cubano.

Duelen cuando me siento con mi niña de 16 años para hablarle de sus raíces y reforzar sus orígenes caribeños, y descubro que la modernidad de mi gente dejó de enamorarme. Porque mi conciencia de padre, no de padre puritano, solo de padre normal, padre que lee libros y escucha canciones de hoy para no quedarse anclado en el tiempo; a esa conciencia de padre le cuesta encontrar algo recomendable.

¿Qué le pasó a la lírica de las canciones cubanas?

¿Murieron con los danzones, el Cha Cha Cha, y los tríos de guitarras?

¿Será que las ruedas de casino, con la destreza acrobática de los bailarines, parieron esa especie de convulsión grotesca de cintura que inunda la música del barrio por estos días?

¿Cuándo olvidamos el castellano para inventar un dialecto casi inteligible que haría huir aterrorizado al escritor de La Edad de Oro?
¿A partir de qué momento la vulgaridad se apropió del lenguaje?

Nosotros, los que nos decíamos cultos, porque “ser cultos era la única manera de ser libres”. Y convencidos muchos de esa superioridad latina, comenzaron a llamar a otros hermanos latinoamericanos “indios” porque vivían en países centroamericanos. Países libres que nos abrían sus puertas para refugiarnos en ellos. Pero llegábamos con ese aire de superioridad, fanfarroneando de nuestra educación y criticando las costumbres de nuestros anfitriones… Porque nuestra música era la mejor, y nuestra comida, y las mujeres, y aseverábamos con loca vehemencia que Varadero era la playa más linda del mundo. Y ante cualquier discusión, sin importar el tema, todo se arreglaba con la frase: “estudios demuestran…” y lo demás era imaginación, un volumen alto en la voz y certeza en la mirada.

¿Qué sembramos que la cosecha está siendo tan frustrante?

Me resulta lamentable, triste y hasta vergonzoso, saludar a alguien en algún lugar del mundo que, al descubrir mi origen cubano, me saluda casi gritando con un: !Qué bolá asere! Seguido de aquella palabra, muy del barrio, alusiva a los genitales masculinos.
Entonces comienzas a descubrir que definitivamente algo se quedó en el camino.

¿Qué ha pasado con el buen gusto para vestirnos?

¿De dónde surgen estos anti estilos?

Que me iluminen los más veteranos, pero ¿Siempre fuimos los cubanos así?

Temo que nos quisimos despegar tanto del detestable fidelísimo comunista, que en la huida dejamos atrás lo mejor de nuestra tierra, nuestras costumbres y raíces.

Una especie de agresividad rabiosa nos enfrenta dividiéndonos y quitando de nosotros nuestros vínculos más profundos.
Nuestros hijos (dentro o fuera de la Isla) no sienten atracción por lo nuestro. Porque lo bueno está allá afuera. La Patria se hizo política, y con ello, música, poesía, y hasta el arroz y los frijoles.

Añoro el día en el que podamos hablar de la música y los músicos, de los artistas y sus creaciones, de banderas, guayaberas y sombreros de paja, sin hablar de los Castro y sus horrores. Que podamos ser libres, a lo menos en nuestra mente, libres de amar lo nuestro y vivirlo en nuestros deseos, sin temor a que otros cubanos nos malinterpreten o ataquen, por mencionar a Pablo Milanez o a René Portocarrero, y levantando los valores de una tierra que agoniza por la pérdida de su ser, hagamos que los cubanos, cada uno, en cada rincón del mundo, seamos una Cuba digna de admirar.

YGC

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