En el año 2124, todos habremos partido (escuché en un video esta mañana)
Nos habremos ido con nuestros sueños, nuestras batallas y nuestras memorias.
Las casas que construimos con tanto esfuerzo, los autos en los que gastamos dinero y tiempo, todo lo que hoy creemos nuestro, será ocupado por extraños que no conocerán nuestra historia.
Nuestros descendientes apenas recordarán nuestros nombres.
¿Cuántos de nosotros conocemos siquiera la historia de nuestro bisabuelo?
Las fotos que guardamos con tanto celo, algún día serán solo viejas imágenes ignoradas.
Estamos tan atrapados en lo que fue y en lo que será, que olvidamos el ahora.
«No os afanéis por el día de mañana, pues este traerá su propio afán.» decía Jesús.
Nos han enseñado a vivir como si fuéramos eternos, a postergar lo importante, y a defender nuestro propio ego.
«Nada ocurrió en el pasado; ocurrió en el Ahora. Nada ocurrirá en el futuro; ocurrirá en el Ahora.» Insiste Eckhart Tolle.
«No estás deprimido, estás distraído… distraído de la vida que te rodea.» decía Facundo Cabral, con aquella profunda e inconfundible simpleza.
Nos dejamos distraer por viejos miedos, o ilusionar por idealismos futuros.
Y así seguimos… complaciendo el criterio de desconocidos, dando explicaciones a personas que no nos importan, gastando dinero que no tenemos para seguir tendencias ridículas, o defendiendo creencias que ni siquiera creemos solo por el miedo a reconocer que hemos sido estúpidos durante demasiado tiempo.
Y mientras tanto la vida… la vida que no espera.
Pues el tiempo no nos pregunta si estamos listos. Y algún día, el mundo seguirá girando sin nosotros.
Algún día, yo seré el bisabuelo que ya nadie recuerda…
No, no es en el 2124…
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