¿Cuántos años tienes? La pregunta es simple, a veces indiscreta, curiosa, casi automática.
Y la respuesta, casi siempre, nos lleva al calendario de lo vivido: “Tengo x años”.
Pero… ¿realmente los tienes? Pensálo. 💭💭💭 Esos años ya no están contigo; no los tienes. Son solo recuerdos, ecos de lo que fuiste. No están, se fueron, y sin duda alguna, no volverán.
Entonces, ¿cuántos años tienes? 🤔
Pues los que quedan, los que están hacia adelante, los que aún tienes por vivir.
El detalle está en que nunca sabes cuántos son, porque no están sujetos a tu fe, ni a tu salud, ni a tu actitud positiva. Simplemente no lo sabemos, y eso definitivamente revaloriza nuestro ahora, este instante, porque es justamente nuestro ahora lo único que realmente tenemos en cuestiones de tiempo.
Es aquí donde todo sucede, donde todo cobra sentido. “Nada existe fuera del ahora”, decía Eckhart Tolle.
Lo que hace precioso al tiempo no es cuánto queda, sino el hecho de no saberlo. Esa incertidumbre lo llena de magia, de urgencia, de propósito.
¿Y si dejas de medir los años por lo que ya pasó y comienzas a medirlos por la vida que cabe en cada momento? No se trata de cuánto tiempo tenemos, sino de cuánta presencia somos capaces de darle a este instante.
Pues, aunque el genial García Márquez decía que la vida no se trata de lo que vivimos, sino de cómo la recordamos y cómo la recordamos para contarla, tal vez la vida tampoco se mide por el tiempo acumulado, o los recuerdos, sino en la profundidad con la que vivimos el momento que se nos da.
¿Recuerdas a Jesús? Él solía decir: Miren las flores del campo… el Reino está aquí… y tú, Marta, no te afanes por mañana.
¿Qué pasaría si te atrevieras a hacer de este instante un refugio, un eterno presente? ¿Y si te atreves a vivir este instante como si fuera tu único y verdadero tiempo?