Hoy me encontré con mi otro “yo”. Me saludó tan amable como suele ser, espontáneo y positivo. Y sentí envidia de “él”…
Sí, ya me han dicho que es un sentimiento negativo y hasta nefasto, pero simplemente no pude eviatrlo.
Recuerdo cuando “él” era “yo”, cuando mi mirada apuntaba al futuro, cuando no tenía nada pero sentía que podía alcanzarlo todo. Y lo hice, lo alcancé, llegué a donde quería… pero el proceso me transformó en quien soy hoy… tengo lo que quería pero ya no soy “él”. Construí una vida, quizás “perfecta”, que se ha convertido en la pared mas gruesa que me aísla de quien era; un trabajo ideal que me ha comprometido socialmente, y no me permite disfrutar lo que antes quise…
Hoy soy el “yo perfecto”, amoldado por las circunstancias y transformado, domado, amaestrado… queriendo volver a ser “él”, pero paralizado, estático y cuasi inerte…
Leí que alguien, alguna vez, dijo que no era otra cosa que la “crisis de la segunda adolescencia”. Pero… ¿y si no le es? ¿Y si sólo soy… un infeliz?